En el norte de Portugal, fundamentalmente rural, en la
provincia de Minho, profundamente arraigada en la tradición, nos acoge, a los
componentes de la Asociación Folklórica “Renacer” de Badajoz, la pequeña villa de Barroselas, freguesía de Viana do Castelo, situada en el fértil valle del río Neiva,
dónde las raíces de la labor artesanal de cerero (fabricación de velas de
cera), activa hasta hace pocos años, fue
lanzada por gallegos asentados en la zona en el siglo pasado, huyendo
posiblemente de la represión y la guerra.
Concretamente nos acoge el Grupo Folclórico San Pablo,
fundado en 1970 a la sombra de la espiritualidad de los misioneros pasionistas,
allí establecidos desde los años treinta del siglo XX y donde construyeron un
seminario, en cuyas instalaciones nos hospedaron. Y es que el Grupo Folclórico
San Pablo de Barroselas colabora en el Festival Folclórico Internacional Alto
Minho, organizado por el grupo de Viana de Castelo, y cuya XVI edición ha
contado, además de Portugal, con grupos de Alemania, Perú, Antigua y Barbuda,
Indonesia, Grecia, Argentina y España.
Viana do Castelo es una elegante y tranquila villa
situada en un hermoso paisaje formado por el estuario del río Lima en su
desembocadura. Cuenta con majestuosos edificios reflejo de la antigua riqueza
de la ciudad obtenida del comercio con Europa y Brasil que sirvió para la
construcción de mansiones de estilos manuelino, renacentista y barroco. Es
agradable recorrer a pie las serpenteantes calles y las recoletas plazas del
centro de la ciudad. Pero sobre todo, Viana do Castelo es una ciudad moderna, culturalmente
viva, con un patrimonio etnográfico notable, que a pesar del turismo sigue manteniendo
muy arraigadas sus tradiciones.
Es Oporto, la población más importante del Norte de
Portugal, segunda ciudad del país, situada
en las colinas de Penaventosa, sobre el Duero, constituyendo su encanto
las empinadas y pintorescas callejas medievales, formadas por vetustas y
apretadas casas, que descienden tortuosas hasta la orilla del río. Ya en el
siglo IX a. C. mercaderes fenicios llegaron hasta el estuario del Duero para
comerciar. Los romanos establecieron los asentamientos de Portus y Cale a ambos
lados del río, cuyos nombres se unieron para formar Portucale, denominándose
así la región comprendida entre los ríos Miño y Duero, origen del reino de
Portugal.