jueves, 6 de septiembre de 2012

Barroselas, Viana do Castelo, Oporto



En el norte de Portugal, fundamentalmente rural, en la provincia de Minho, profundamente arraigada en la tradición, nos acoge, a los componentes de la Asociación Folklórica “Renacer” de Badajoz,  la pequeña villa de Barroselas, freguesía  de Viana do Castelo,  situada en el fértil valle del río Neiva, dónde las raíces de la labor artesanal de cerero (fabricación de velas de cera), activa hasta hace pocos años,  fue lanzada por gallegos asentados en la zona en el siglo pasado, huyendo posiblemente de la represión y la guerra.


Concretamente nos acoge el Grupo Folclórico San Pablo, fundado en 1970 a la sombra de la espiritualidad de los misioneros pasionistas, allí establecidos desde los años treinta del siglo XX y donde construyeron un seminario, en cuyas instalaciones nos hospedaron. Y es que el Grupo Folclórico San Pablo de Barroselas colabora en el Festival Folclórico Internacional Alto Minho, organizado por el grupo de Viana de Castelo, y cuya XVI edición ha contado, además de Portugal, con grupos de Alemania, Perú, Antigua y Barbuda, Indonesia, Grecia, Argentina y España.


Viana do Castelo es una elegante y tranquila villa situada en un hermoso paisaje formado por el estuario del río Lima en su desembocadura. Cuenta con majestuosos edificios reflejo de la antigua riqueza de la ciudad obtenida del comercio con Europa y Brasil que sirvió para la construcción de mansiones de estilos manuelino, renacentista y barroco. Es agradable recorrer a pie las serpenteantes calles y las recoletas plazas del centro de la ciudad. Pero sobre todo, Viana do Castelo es una ciudad moderna, culturalmente viva, con un patrimonio etnográfico notable, que a pesar del turismo sigue manteniendo muy arraigadas sus tradiciones.


Es Oporto, la población más importante del Norte de Portugal, segunda ciudad del país, situada  en las colinas de Penaventosa, sobre el Duero, constituyendo su encanto las empinadas y pintorescas callejas medievales, formadas por vetustas y apretadas casas, que descienden tortuosas hasta la orilla del río. Ya en el siglo IX a. C. mercaderes fenicios llegaron hasta el estuario del Duero para comerciar. Los romanos establecieron los asentamientos de Portus y Cale a ambos lados del río, cuyos nombres se unieron para formar Portucale, denominándose así la región comprendida entre los ríos Miño y Duero, origen del reino de Portugal.