jueves, 12 de diciembre de 2013

Otoño en Badajoz - Puente de Cantillana





Atum, el dios del otoño, el dios solar egipcio identificado con el sol de poniente, con el sol que va hacia las entrañas de la tierra para ocultarse, nos bendice con sus tenues pero cálidos rayos; aunque soslayados ya,  aprovechamos su benignidad a primerísimas horas de una tarde otoñal, dando un paseo por los parques (como el de la Legión en Badajoz) y zonas verdes periurbanas de nuestra ciudad. Nos invade una satisfacción casi infantil escuchar quejarse las hojas secas que caídas ya, arrastramos con nuestros pies. Visualmente también nos seduce y sosiega contemplar las hojas que aún penden de los árboles iluminadas a contraluz por el sol que caído nos proporcionan cálidos colores amarillentos y anaranjados. Un mundo y momento mágicos que intentamos inmortalizar. El hechizo se completa con el sonido y la visión de recoletos estanques que a distintas alturas están unidos por pequeñas casadas; ideales para practicar con la cámara el efecto seda, dando la sensación el agua, de estar congelada. 



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Demandando escenas y paisajes de otoño, sin duda, motivos muy fotogénicos, nos salimos de la zona urbana y pateamos rutas verdes periurbanas. Andando por la ribera del río Gévora próximo ya a Badajoz y a su desembocadura en el Guadiana, nos topamos con el abandonado puente de Cantillana, de tiempos de Carlos V. Otro motivo bien fotogénico donde se conjugan la naturaleza agreste del río y la construcción humana que lo salva. A su fotogenia contribuye su decadencia, aunque tal cosa no contribuya a su belleza. Y es que, fotogenia y belleza no son la misma cosa. Fotogenia es el producto de una íntima relación entre el fotógrafo y el motivo de su obra, y la belleza… la belleza es algo que aunque intrínseco y connatural al sujeto, a la misma no favorecen ni las huellas de la vejez y ni el abandono.