viernes, 4 de mayo de 2012

Pabellón de autopsias del antiguo Hospital Militar de Badajoz


Curiosidad morbosa o interés por las historias de la historia de Badajoz, motiva mi inclinación por acercarme a ese edículo, cuya silueta queda recortada formando parte de la alcazaba cuando la observamos desde el este de la ciudad, desde la barriada de San Roque. Su peculiar cubierta acampanada a cuatro aguas, de pizarra, coronada con estructura metálica o campanario rematado por una cruz, forma también parte de nuestro imaginario colectivo, a pesar de su poco o nada valor histórico y arquitectónico.

Como digo, mi curiosidad, sin adjetivos, ha motivado que en varias ocasiones haya accedido al interior del pabellón de autopsias del antiguo Hospital Militar,  a veces a través de los recovecos que conforman las galerías subterráneas que dan acceso a la Puerta del Alpéndiz, y en esta ocasión franqueando la peculiar puerta de arco geminado, cuya verja manipulada nos permite, agachándonos, la entrada al patio donde se asienta tan singular edificio de dos plantas. 


Al entrar en la planta baja, observamos en el centro, cual ara sacrificial, la marmórea mesa de autopsias con su canal de desagüe. Un sabor acre inunda mi espíritu; a tal cosa contribuye el abandono y degradación del lugar. En un esfuerzo imaginativo intento evocar la capilla sepulcral de los aftásidas, con sus túmulos y catafalcos al estilo musulmán, pues en este solar se ubicaba la rawda o panteón real. Posteriormente, tras ser conquistada la ciudad en 1230 por Afonso IX, en agradecimiento a su inestimable ayuda en la toma de Badajoz, la Orden de Alcántara recibe una encomienda denominada Casas de Calatrava, con sus casas, parroquia y feligresía dentro de la alcazaba, situándose las casas de la encomienda en este antiguo pabellón de autopsias, y a sus pies la iglesia de Santa María de Calatrava o de los Freyles.

Subo a la nave superior y un viejo colchón me impide la entrada a este segundo piso de tan peculiar dúplex en cuyo interior mal-debe-vivir una conocida mendiga venida desde Portugal hace ya unos años. Con sus gritos intenta ahuyentar a los curiosos como yo, y lo consigue. No quiero adentrarme en la intimidad de la que es su morada.

Este es el pasado y el presente del antiguo pabellón de autopsias del antiguo Hospital Militar, pero ¿cuál será su futuro? En pleno debate sobre el derribo de algunas instalaciones de la Facultad de Biblioteconomía y con las obras de restauración de las murallas en marcha, a mí me desvela este modesto edificio cuya silueta está tan grabada en la retina de los pacenses.