lunes, 12 de septiembre de 2011

Festas do Povo: Campomayor, bajo un palio de flores


La calle. En ocasiones, al penetrar por las estrechas callejuelas empedradas de algunos pueblos, nos invade la sensación de estar profanando la privacidad de los vecinos, sensación que se acrecenta cuando la calle no tiene salida: la frontera entre espacio público y espacio privado se desvanece en la monotonía de la vida rural y a ello contribuye la participación de los lugareños en la calle, con actividades como su limpieza, tender la ropa, lavarla en las pilas que en ocasiones se encuentran fuera de la casa, adornar la calle con macetas, o sacar la silla para departir con los rayanos o simplemente para ver pasar el tiempo. Así nos sentimos en las calles de los pueblos del Alentejo que son ya zaguanes de las viviendas donde los visitantes se sienten obligados hacia los moradores convertidos en inesperados y humildes anfitriones.


La fiesta. Pero si algo trastoca e invierte los conceptos de lugar público/lugar privado, es la fiesta, que rompe con la cotidianidad durante el espacio de tiempo festivo. En el período festivo, la gente invade la calle, la privatiza, y lo que normalmente no está permitido hacer en un lugar público, se tolera y se festeja.


La fiesta en la calle. Campomayor celebra las Festas do Povo que no festejaban desde 2004. Y es que su realización sólo depende de la voluntad de sus gentes, aunque los pacenses, asiduos desde antaño de las fiestas rayanas, ya estábamos acostumbrados a que se celebraran cada cuatro años. Esperamos que no pasen otros siete hasta poder disfrutarlas de nuevo. Los vecinos cubren con un palio de flores sus calles que toman y hacen suyas, y en empinadas y estrechas callejuelas sacan sus sillas y tableros para compartir, en la calle, algo más que mesa y mantel, y es que la comensalidad es otra característica fundamental de la fiesta. Se privatiza la calle y sin embargo nunca sino en la fiesta ha estado más llena de público. Los visitantes abarrotan las calles de Campomayor que son recibidos bajo palio, con mucho afecto y la consideración tan propia del carácter luso; bajo un palio de coloridas flores de papel.

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