Atrapados por Moraleja: por sus fiestas de San Buenaventura, por sus gentes, por los amigos. Atrapados por ese paisaje que se abre a sus pies y que es la Sierra de Gata.
Y atrapados en Moraleja entre tranqueras, donde no sabemos muy bien si los encierros son de toros o los encerrados somos nosotros; pero que en cualquier caso nos hacen disfrutar con una pequeña dosis de adrenalina que nos recorre el cuerpo al ver a esos impresionantes y fieros animales tan cerca.
Esperamos ansiosos y expectantes la llegada del toro del aguardiente, a ser posible cerca de una ventana con rejas.
También por las calles y en la plaza portátil que se instala en el centro del pueblo, se sueltan vaquillas, para ser toreadas, recortadas y engañadas por mozos y “pastores”. Éstos hacen un espectacular salto de ángel por encima de la res para regocijo de los presentes que no nos atrevemos a pisar el albero.
Y para quitarnos el ajetreo de la feria nada mejor que ir a alguna de las piscinas naturales de la zona. Hemos optado por las de Acebo, concretamente las de Jevero y Carreciá, al pié del monte Jálama, la cumbre más alta de la Sierra de Gata, con 1.492 m.
La piscina natural de Jevero es la más profunda, lanzándose los jóvenes al agua desde las piedras que utilizan a modo de trampolines naturales.
Las piscinas naturales aprovechan el agua de la Rivera de Acebo o Río de la Cervigona que nace en las faldas del cerro del mismo nombre.
La piscina de Carreciá se cobija bajo el hermoso puente del mismo nombre.
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