lunes, 19 de julio de 2010

Escapada a Mallorca










Un año más caigo en las redes de esa isla que me atrapa para disfrutarla en todos y con todos los sentidos. Al sosiego de las puestas de sol en la playa de El Arenal se contrapone el bullicio cosmopolita alrededor de tiendas y bares del paseo marítimo.












Un rincón con encanto, más calmado, lo encontramos sólo a dos kilómetros de El Arenal: Cala Brava. Sus aguas limpias de color turquesa no dejan a nadie indiferente.


Las playas de Es Trenc son un paraíso natural. Una pequeña peripecia para chicos y grandes es nadar hasta isla Gavina, recorrerla, y sobre todo dejar correr la imaginación.
















Cualquier parada por la costa este de Mallorca no nos dejará indiferentes. Este año hemos optado por Porto Cristo y Cala Figuera, donde veremos faenar a los pescadores y arreglar sus redes y aperos.































Por la costa oeste de Mallorca nos adentramos por las tortuosas carreteras de la Sierra de la Tramontana y buscando Valdemossa nos encontramos y hacemos parada en la fábrica de vídrio para ver trabajar a los artesanos y llevarnos alguna pieza que nos recuerde ese cúmulo de buenas sensaciones.


Valdemossa y otros pueblos de la Tramontana, cuajados de buganvillas de vivos colores, son un matrimonio perfecto entre medio natural y patrimonio humano. Y desde las alturas de la Sierra asoma la costa recortada. Hacemos parada en Sa Foradada para admirar con sosiego el paisaje que nos embriaga.












Tomaremos la carretera de La Calobra para terminar en el lugar más visitado de Mallorca; por algo será. No es una cala de las mejores para disfrutar del baño, porque su playa no es de arena, pero sí de su paisaje, gracias a las paredes verticales del Torrente Pareis en su unión con el mar en un espectacular entorno. Nos adentramos por el torrente y admiraremos las caprichosas formaciones de las paredes rocosas, nuevamente dejando correr nuestra imaginación…


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