Desde aquel 16 de mayo de 1811, cuando cuatro naciones, enfrentadas en dos bandos, se dieron cita entre los arroyos Chicapierna y Nogales, en aquel campo que Lord Byron calificó con el oxímoron glorioso/triste (“oh Albuera, glorius field of grief” - “oh Albuera, glorioso campo de aflicción”), desde aquel 16 de mayo, como digo, durante 200 años, se ha ido construyendo un entramado de celebraciones y conmemoraciones que a lo largo del tiempo ha ido cambiando de significado pero que constituye hoy en día un patrimonio cultural inmaterial, un patrimonio vivo que confiere a los actuales habitantes de La Albuera, como depositarios del mismo, un sentimiento de identidad y continuidad, puesto que se han apropiado de dicho patrimonio y lo re-crean constantemente en una batalla festiva, con una gran variedad de actos.
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