miércoles, 16 de noviembre de 2011

Propiedad intelectual, propiedad moral

Los derechos de autor sobre una obra le corresponden a su autor o autora por el simple hecho de haberla creado. La obra se protege desde el momento en que se crea sin que sea necesario ningún tipo de registro especial, aunque en la práctica es recomendable, para una mejor protección de la obra, inscribirla en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Refiere el artículo 128 de la Ley de Protección Intelectual (Título V Protección de las meras fotografías) que “quien realice una fotografía u otra reproducción obtenida por procedimiento análogo a aquélla, cuando ni una ni otra tengan el carácter de obras protegidas en el Libro I, goza del derecho exclusivo de autorizar su reproducción, distribución y comunicación pública, en los mismos términos reconocidos en la presente Ley a los autores de obras fotográficas”.

Y es que, aparte de unos derechos de carácter patrimonial, como por ejemplo los relacionados con la explotación de las obras, existen unos derechos morales, derechos irrenunciables e inalienables que acompañan al autor o al artista durante toda su vida; entre ellos destaca el derecho al reconocimiento de la condición de autor de la obra.

Insisto en decir que la obra corresponde a su autor por el “simple hecho” de haberla creado y aunque sean “meras fotografías” como refiere el Título V de la LPI, legislación española claramente defensora de los derechos morales.

La publicación de las obras a través de internet responde a uno de los derechos de autor, que es el de comunicación pública en su modalidad de puesta a disposición del artículo 20 de la LPI. Esto quiere decir que el autor está ejerciendo su derecho a poner su obra en internet; pero por supuesto, no está renunciando a todo lo demás, y menos al derecho irrenunciable de la autoría. Por ello, al utilizar las imágenes de una web o blog, máxime cuando muchas de ellas tienen un claro carácter artístico, o mera pretensión, hay que solicitar permiso para usarla.

Muchas son las personas que para ilustrar su espacio en la red o para realizar presentaciones utilizan imágenes de otros sin pedirles permiso y sin determinar la autoría. También los estudiantes en sus trabajos se benefician de estos recursos. A estos hay que educarlos en ese sentido: pedir permiso, determinar la autoría de las obras y completar sus trabajos con la bibliografía y en la actualidad con la webgrafía, valga el neologísmo. Sus obras ganarán en rigor, calidad y honestidad.

Pero lo que más me sorprende es que artistas, cantantes, escritores, diseñadores gráficos… miembros de colectivos tan sensibilizados con este tema y que con todo derecho luchan por la defensa de la propiedad intelectual, sobre todo por sus derechos patrimoniales, no respeten los derechos morales de otros y utilicen sin ningún pudor obras que no son suyas para ilustrar las propias, sin el requerimiento del autor, tan fácil hoy en día gracias a las redes sociales, y sin hacer constar la autoría, ese derecho inalienable.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Peraleda de San Román

Arquitectura Popular de Peraleda de San Román


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Cancho de Peña Castillo


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jueves, 10 de noviembre de 2011

Sombras en Monfragüe, sombras de Monfragüe


"En Extremadura, al borde de la honda zanja que sirve de cauce al caudaloso Tajo, sobre el alto picacho de abrupta sierra, alza su mole impresionante y mutilada el viejo castillo cuyo nombre cristalizó en el actual Monfragüe. Tuvo aquí su sede una antigua y fugaz Orden de Caballería, nacida en las santas tierras de Palestina, al conjuro de a fe sublime de los Cruzados. El Conde de Sarriá, Don Rodrigo, fue Maestre de la Milicia formada por él, que se puso bajo el especial patrocinio de la Santísima Virgen, y que fue denominada Orden de Santa María de Monte Gaudio –Monte del Gozo- en el cual construyóse una capilla dedicada a la celestial Patrona, en la que se dio culto a una tallada imagen de estilo bizantino. El castillo de Monte Gaudio fue uno de los conquistados por el gran Saladino. Don Rodrigo y sus caballeros tuvieron que huir, para no caer en manos de los del Islam, llevando consigo la imagen de su Virgen Patrona. En 1173 volvía a renacer en tierras extremeñas la Milicia nacida en Oriente, que se empezó a denominar, de manera indistinta, Orden de Monte Gaudio o de Monfragüe. El castillo de Monfragüe, perteneciente a la desaparecida Orden de Santiago, se dio a don Rodrigo, para que fuese la casa matriz del nuevo instituto. En la capilla que habían construido los santiagueses dentro de la fortaleza fue colocada la imagen de la Santísima Virgen que el conde de Sarriá trajera de Palestina. Esta imagen y el pequeño templo han resistido los embates de los siglos y de los hombres, continuando con culto” (Entresacado de “La desaparecida Orden de Caballeros de Monfragüe” de Miguel Muñoz de San Pedro).



La expresividad ampulosa y ornamental con que el Conde de Canilleros nos describe la historia de Monfragüe en idealista estilo modernista, contrasta con el descarnado realismo al que uno se enfrenta cuando hoy en día se visita el parque que parece estar en continua romería. Naturaleza humanizada, humanidad en la naturaleza, ¿constituyen un oxímoron? Procuramos abstraernos del gentío y disfrutar sin dejar huella, sólo sombras; eso sí, onda huella deja Monfragüe en nuestro espíritu ansioso de naturaleza (¿se me estará pegando el estilo literario del Conde de Canilleros?), pero sobre todo, onda huella deja en nuestra cámara, claro.

Dos leyendas sobre Monfragüe nos refiere el Conde de Canilleros: “Cuenta una de ellas que la hija única de un Kaid de la fortaleza, llamada Noaima, causó la perdición de su linaje y fue maldita por su progenitor, a causa de haberse enamorado de un cristiano. Desde entonces su espíritu dicen que vaga de noche por aquellos contornos y se sienta a llorar en el que aún se denomina Cancho de la Mora, en la cumbre del monte, rodando sus lágrimas hasta el profundo Tajo”.


La otra se refiere a la princesa Zaida, enamorada de Alfonso VI, que huyó de Toledo en una pequeña barca cuando el rey sitiaba la ciudad, para no ser víctima de los de su raza que la creían traidora. Con grave peligro llegó a la portilla de Monfragüe donde naufragó, salvándose milagrosamente la dama.


Una leyenda más reciente da nombre al mirador de la portilla del Tajo que discurre abriéndose paso entre las sierras de la Corchuela y Santa Catalina, para explicar a través del mito, los crestones de cuarcita armoricana que constituyen uno de los puntos más visitados del parque, siendo el roquedo más emblemático Peña Falcón, en alusión a las rapaces que en él anidan. Se trata de la leyenda del Salto del Gitano. Éste, tras huir de la Guardia Civil, da un salto tan prodigioso que salvó la distancia de las dos orillas del Tajo, quedando a uno de los guardias civiles petrificado. Leyenda de origen salamantino adoptada y adaptada al caso extremeño ante la visualización de la peña cuya silueta recuerda el perfil de un guardia civil tocado con tradicional tricornio.


martes, 20 de septiembre de 2011

lunes, 12 de septiembre de 2011

Festas do Povo: Campomayor, bajo un palio de flores


La calle. En ocasiones, al penetrar por las estrechas callejuelas empedradas de algunos pueblos, nos invade la sensación de estar profanando la privacidad de los vecinos, sensación que se acrecenta cuando la calle no tiene salida: la frontera entre espacio público y espacio privado se desvanece en la monotonía de la vida rural y a ello contribuye la participación de los lugareños en la calle, con actividades como su limpieza, tender la ropa, lavarla en las pilas que en ocasiones se encuentran fuera de la casa, adornar la calle con macetas, o sacar la silla para departir con los rayanos o simplemente para ver pasar el tiempo. Así nos sentimos en las calles de los pueblos del Alentejo que son ya zaguanes de las viviendas donde los visitantes se sienten obligados hacia los moradores convertidos en inesperados y humildes anfitriones.


La fiesta. Pero si algo trastoca e invierte los conceptos de lugar público/lugar privado, es la fiesta, que rompe con la cotidianidad durante el espacio de tiempo festivo. En el período festivo, la gente invade la calle, la privatiza, y lo que normalmente no está permitido hacer en un lugar público, se tolera y se festeja.


La fiesta en la calle. Campomayor celebra las Festas do Povo que no festejaban desde 2004. Y es que su realización sólo depende de la voluntad de sus gentes, aunque los pacenses, asiduos desde antaño de las fiestas rayanas, ya estábamos acostumbrados a que se celebraran cada cuatro años. Esperamos que no pasen otros siete hasta poder disfrutarlas de nuevo. Los vecinos cubren con un palio de flores sus calles que toman y hacen suyas, y en empinadas y estrechas callejuelas sacan sus sillas y tableros para compartir, en la calle, algo más que mesa y mantel, y es que la comensalidad es otra característica fundamental de la fiesta. Se privatiza la calle y sin embargo nunca sino en la fiesta ha estado más llena de público. Los visitantes abarrotan las calles de Campomayor que son recibidos bajo palio, con mucho afecto y la consideración tan propia del carácter luso; bajo un palio de coloridas flores de papel.

viernes, 26 de agosto de 2011

lunes, 22 de agosto de 2011

Jaszbereny: Csángó Festival

Los Csango son un grupo étnico de origen húngaro que a partir del siglo XIII se fueron asentando en la Moldavia rumana; Se trata de una de las más enigmáticas minorías de Europa -una reliquia de la Edad Media- que ha conservado métodos tradicionales de agricultura, creencias y mitología, así como el más arcaico dialecto del idioma húngaro, hablada actualmente por unas trece mil personas, principalmente en Moldavia y Rumanía. La religión e Iglesia Católica han sido factores de cohesión para sus comunidades que durante siglos han conservado su independencia de los rumanos ortodoxos de Moldavia, a pesar de la discriminación a que han sido sometidos y de los intentos de asimilación rumana. En 2001 la Comisión Permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa declaró que los Csango de Moldavia hablan una variación temprana de la lengua húngara y han conservado tradiciones antiguas, un arte folklórico y una cultura popular diversa de valor y significado especial para Europa.


A partir de 1998 comienza en Hungría un proceso de popularización de la cultura Csango, estableciendo el gobierno un departamento de minorías húngaras del extranjero en el ministerio de cultura que financiaría festivales de música y folklore csango, para dar a conocer la cultura de dicha etnia, que si bien quedó marginada del proceso de construcción de la nación húngara, paradójicamente simbolizan los orígenes de la identidad nacional de Hungría.

En este marco favorable por parte de Hungría a la cultura Csango, se celebra desde 1990 en Jaszbereny, hermosa ciudad próxima a Budapest, el Csángó Festival, uno de los festivales folklóricos más populares de Europa Central, organizado por el grupo folklórico Jászság, festival que cuenta entre otras actividades con una espléndida feria de artesanía y espectáculos de música folk y de danzas folklóricas de diferentes países. En este festival denominado de las minorías, y al que están invitados representantes de todas las comunidades Csango, en su XXI edición, ha participado la Asociación Folklórica “Renacer” de Badajoz.


jueves, 9 de junio de 2011

Cristo de la Misericordia de Valverde de Leganés (II)

El Santísimo Cristo de la Misericordia de Valverde de Leganés ya descansa en su ermita, a la que siempre ha estado vinculado. Se trata de una modesta edificación del siglo XVI que sustituyó a otra del siglo XIII. En su fachada a dos aguas destaca su puerta adintelada; una inscripción nos da la bienvenida con el salmo 32. En su exterior también sobresale una torrecilla metálica que soporta la campana. Su interior consta de una nave con bóveda de cañón, para los fieles, separada por rejería de la cabecera, presbiterio y altar, con bóveda de crucería, presidido por el Cristo y custodiado éste por Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad, hermosas tallas de gran valor artístico que procesionan en Semana Santa por las calles de Valverde. A decir de Agustín Fernández Caballero (“Tras las huellas de un pueblo”) desde muy antiguo existió la Hermandad de la Vera Cruz y Santo Hospital de la Misericordia. La ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia era la del Hospital de Sangre, recinto que se fundó anexo (hoy de propiedad particular utilizado como vivienda), y que en tiempo de contienda durante las guerras con Portugal recibía a los heridos (recordemos la situación estratégica de Valverde como villa fronteriza antes de la incorporación de Olivenza a la Corona española en 1801).


La obra de restauración del Cristo de la Misericordia, fue encargada con gran acierto por la hermandad a la restauradora gaditana Pilar Morillo Pérez, licenciada en Bellas Artes, que gracias a su perspicacia y tras vislumbrar que se trataba de una obra de imaginería ligera, no dudó en contar con la colaboración de Pablo Amador Marrero, investigador asociado al Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de Méjico, considerado uno de los mayores especialistas en imágenes construidas con caña de maíz. Un buen tándem que uniría restauración e investigación. Ambos visitaron Valverde de Leganés y en interesante conferencia dada en la Casa de la Cultura, nos explicarían tanto las características de la escultura ligera mexicana del siglo XVI como el proceso restaturador llevado a cabo en la imagen del querido Cristo valverdeño.


Imagen ligera constituida de materiales blandos donde se llegan a distinguir cañuela de maíz, diferentes tipos de papel (incluidos fragmentos de códices novohispanos: documentación pictográfica reciclada), tejidos, maderas (alma interior de los bazos) y maderas blandas como la de colorín (manos y pies). Sus particulares cualidades de ligereza son herederas de la producción escultórica española denominada comúnmente como papelones. Algunos elementos de su estética son relacionables con la imaginería tardogótica, muy próximo a lo medieval –especialmente en la cabeza y torso- . Las carnaciones corresponden con una intervención realizada posiblemente en el siglo XVII, mientras que del original apenas subyacen algunos restos en el paño de pureza.

El imprescindible conocimiento intrínseco de los materiales, tanto originales como añadidos, y el estado de conservación integral de la obra, requirió de un cuidado estudio científico interdisciplinario en el que se emplearon Rayos X, diferentes tipos de microscopía, entre ellas la Electrónica de barrido, cromatografías, identificación de fibras de soporte, videoscopia, etc.

Como resultado se constata el sistema de moldes utilizada para su ejecución de matriz primigenia, la cual se compone de dos partes principales, delantera y trasera, formada por pliegues de papel amate (indígena), cosido de las hormas, superposición de pasta de caña de maíz, caña descortezada, papel y pasta de madera, todo ello modelado. Es destacable la aparición de pliegos de papel correspondiente a la reutilización de documentos pictográficos a modo de dibujos (códices de época colonial). De igual forma se constató que la policromía que contemplamos es del siglo XVII, no conservándose material pictórico original en proporción necesaria para su recuperación, aunque sí lo suficiente para establecer un somero acercamiento a los modelos y formas desplegadas en dichos trabajos.

Su evaluación y análisis interdisciplinario ha servido para establecer las pautas de filiación de un hipotético taller que se ha dado en llamar del Maestro de los Crucificados de la Vía de la Plata, ya que tiene otros referentes cercanos en imágenes homónimas.



El Cristo de la Misericordia es un tesoro, arca depositaria de la espiritualidad de un pueblo, cofre que ha guardado y unido en su interior parte de la historia de América y de Extremadura y que ha conferido de universalidad a la villa de Valverde de Leganés.

lunes, 9 de mayo de 2011

Cristo de la Misericordia de Valverde de Leganés

Nuestra identidad, personal o comunal, la basamos en aspectos que nos singularizan, aspectos que permiten reconocernos desde fuera, aspectos que ayudan al discernimiento, a percibir la diferencia. En esa búsqueda de nuestra propia identidad que nos da seguridad, seguridad de pertenencia, hoy en día, una misma persona puede tener múltiples identidades, e incluso éstas, en la actualidad pueden fundamentarse en imperfecciones, que serán motivo no de turbación, sino de orgullo, siempre y cuando contribuyan a lo idiosincrásico y sirva de aglutinante para el grupo partícipe de tal o cual irregularidad. También, un hecho o acontecimiento singular, algo que se tiene como propio y de lo que los demás carecen, se convierte en símbolo de identidad, en icono o imagen de determinado grupo o localidad.




La localidad de Valverde de Leganés (Badajoz) cuenta con dos iconos que lo representan y que a su vez son epicentro de la vida espiritual del pueblo, reflejo de su piedad más profunda y manifestación de la religiosidad popular.

La Iglesia parroquial de San Bartolomé fue proyectada en el primer tercio del siglo XVI para ser una construcción de grandes proporciones, con planta de cruz latina y bóveda de crucería; pero la obra no se terminó como fue concebida, sino de forma más sencilla, aprovechándose como nave principal lo que iba a ser uno de los brazos de la cruz latina. Esta circunstancia histórica determina la peculiaridad del templo, cuyo aspecto a medio construir le confiere singular atractivo.





Tal vez para ese proyectado templo de grandes proporciones se encargó a Méjico un peculiar Cristo, de proporciones mayor al natural y con cabeza y brazos desproporcionados, con el fin de ser visto desde abajo, de tal manera que la perspectiva corrija el escorzo, y así las proporciones nos resulten armoniosas. O tal vez el fin del encargo de la singular cruz se debió para su uso devocional, en aquella época soportada por un único hermano, y es que la distingue su ligereza, al ser realizada con pasta de caña de maíz. Actualmente descansa en Iglesia Parroquial a la espera de que se arregle su ermita.


El Santísimo Cristo de la Misericordia, representado ya muerto, con los ojos cerrados y con ligero color cianótico, (cuya fiesta se celebra el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz), que ha llegado hasta nuestro días después de 400 años, gracias a la devoción ininterrumpida que por Él siente el pueblo de Valverde de Leganés, ha resultado ser una joya del arte novohispano del siglo XVI, fruto del sincretismo de la iconografía religiosa tardomedieval europea y las técnicas y materiales prehispánicas, así como de su imaginario, ya que teniendo la creencia de que Dios debía tener la piel blanca, así lo representaban, aunque no es así como después de cuatro siglos ha llegado hasta nuestros días. Una estupenda obra de investigación y restauración devuelve a Valverde el Cristo de la devoción pero también nos descubre la obra de arte, abriendo camino a la investigación de esa parte de nuestra historia. Gracias a los hermanos de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia de Valverde de Leganés por sus desvelos.

http://www.esteticas.unam.mx/exposiciones/imagen_recuperada

viernes, 6 de mayo de 2011

Bicentenario de La Batalla de La Albuera

Desde aquel 16 de mayo de 1811, cuando cuatro naciones, enfrentadas en dos bandos, se dieron cita entre los arroyos Chicapierna y Nogales, en aquel campo que Lord Byron calificó con el oxímoron glorioso/triste (“oh Albuera, glorius field of grief” - “oh Albuera, glorioso campo de aflicción”), desde aquel 16 de mayo, como digo, durante 200 años, se ha ido construyendo un entramado de celebraciones y conmemoraciones que a lo largo del tiempo ha ido cambiando de significado pero que constituye hoy en día un patrimonio cultural inmaterial, un patrimonio vivo que confiere a los actuales habitantes de La Albuera, como depositarios del mismo, un sentimiento de identidad y continuidad, puesto que se han apropiado de dicho patrimonio y lo re-crean constantemente en una batalla festiva, con una gran variedad de actos.




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miércoles, 13 de abril de 2011

Tres Escenificaciones de la Semana en Extremadura

La gran fiesta cristiana de la primavera, Semana Santa, acontece alrededor del primer plenilunio de primavera, por lo que la mágica Luna llena, que une el cielo con la tierra, lo sagrado con lo profano, es representación de una gran alianza, símbolo del pacto de amor entre Dios y la Humanidad, encarnada ésta por el Pueblo Elegido la noche de su liberación, el decimoquinto día del mes lunar de Nissan, día de la pascua judía. Ese pacto es ratificado por Cristo, por lo que la misteriosa Luna representa también una gran hostia, ágape de la nueva alianza que se ratifica en el definitivo sacrificio de la cruz, el día de la pascua cristiana, conmemorada en España con una exuberante y variada iconografía, expresión de la religiosidad popular que, saliendo de los lugares habituales de culto, éste se teatraliza en la calle, sacralizando los lugares habitualmente profanos.

Entre las escenificaciones religiosas de la Pasión en Extremadura, elijo tres, por su intimismo, por su fervor, por su emoción, por su austeridad…, tres Vía Crucis con sus características comunes y sus diferencias, que tienen lugar en: Valverde de la Vera, Peraleda de San Román y Badajoz.

A muchos sorprende o no caen en la cuenta, que los empalaos de Valverde de la Vera, lo que realizan es un Vía Crucis, un camino de oración y meditación de la pasión y muerte de Jesús; el Vía Crucis no se evidencia en este caso por varios motivos entre los que destacan el que no se recen en alto las tradicionales estaciones y que no se vaya en ordenado grupo procesional, sino que este acto de piedad se realice individualmente, recorriendo de madrugada las cruces de cantería que salpican el pueblo sin ningún orden aparente. Esa evidencia es clara en el Vía Crucis realizado en Peraleda de San Román, donde un grupo de personas, la casi totalidad de los que asisten a la misa matutina y otras que se unen al acto, procesionan desde el atrio la iglesia, donde se encuentra la primera cruz de piedra, portando un Cristo con la cruz a cuestas y rezando las clásicas estaciones previamente repartidas entre los asistentes, ante las cruces que se extienden hasta las afueras del pueblo. También es peculiar el caso de la procesión del silencio del Cristo del Prendimiento en Badajoz, rezándose el clásico Vía Crucis en medio del recorrido procesional, en la Plaza Alta, donde se colocan alrededor del paso, cruces de maderas portadas por algunos penitentes, iluminadas éstas con pebeteros, que junto con el sahumerio de las andas, desprenden aromas de oriente, consiguiéndose un conjunto de plasticidad sobrecogedora

Desde el punto de vista de la participación, decir que los empalaos realizan el Vía Crucis individualmente, es verdad sólo en parte, pues van acompañados, en primer lugar por el cireneo que, arropado con una manta, le sigue para iluminarle con un farolillo, y a su alrededor un abigarrado grupo familiar parece protegerlo de curiosos y fotógrafos; así, a partir del empalao se va generando un grado de implicación que llega hasta la participación como espectador, numerosísimos éstos por la gran expectación que el acontecimiento provoca. El empalao, ante tal muchedumbre, guarda su anonimato y cubre su intimidad con un velo. En el caso de Peraleda de San Román, la intimidad queda en el propio grupo, pues la participación es casi igualitaria (salvando los lectores, portadores de los brazos de las andas, sacerdotes y acólitos) y la vestimenta no es la de penitente sino la habitual de un día de fiesta.

Otras notas para un estudio comparativo de estos tres eventos son: el motivo de la participación, tal vez una promesa, u otras causas más o menos profundas; la existencia o ausencia de reglamento escrito y de algún tipo de asociacionismo o cofradía; el lugar de salida, una casa particular o la iglesia; y el ritual escrito o tácito que se sigue, como la genuflexión de dos empalaos cuando se encuentran.

Por último, destacar los sonidos en medio del respetuoso silencio: En Peraleda de San Román los monótonos susurros de las oraciones junto con el sonido de la naturaleza emergente en una mañana de primavera; y, la Luna llena como testigo, en la noche verata escuchamos el tintineo de las vilortas de hierro que al empalao le cuelgan de los brazos, éstos extendidos y ensogados a lo largo de un timón de arado; en la madrugada pacense las órdenes se darán a toque de campana que escucharemos junto con el rítmico sonido de las horquillas golpeando el suelo de los portadores del paso del Cristo del Prendimiento.



lunes, 4 de abril de 2011

Recuerdos del colegio General Navarro

Por su céntrica situación en el Badajoz intramuros, próximo a una de la primeras brechas de la muralla para abrir la ciudad a la coqueta avenida de Huelva, es paso obligado el colegio “General Navarro (y Alonso de Celada)” construcción emparentada con el aledaño edificio de correos, de peculiar estilo Primo de Rivera, de la época de aquella dictadura. Colegio de evocadores recuerdos que suscita tanto su vista, como la fragancia que en primavera desprenden los racimos malvas de flores perfumadas de la trepadora glicinia, que ya vieja se retuerce alrededor de la verja del muro que circunda el patio del colegio.

Para un niño de nueve años de principios de la década de los setenta, la floración de la glicinia suponía varias cosas, todas ellas buenas: presentía la llegada de las vacaciones de verano, que no quedaba demasiado lejos. Y por lo menos las de Semana Santa ya estaban ahí; de hecho la flor de pluma se utilizaba y utiliza para adornar algunos pasos procesionales. También el buen tiempo era propicio para dar algún garbeo a la salida del colegio en el turno de la mañana, para acercarnos por ejemplo, a ver como instalaban el circo en el baluarte de Santiago, en la memoria de Menacho. Poco antes de la entrada oficial de la primavera, tenía lugar la invitación de Don José, nuestro maestro, por el día de su onomástica: -“Sólo una cosa, pero que la queráis”, decía, y desfilábamos toda la clase camino del paseo de San Francisco donde en la esquina más próxima a la escuela instalaba su cesta/puesto de chucherías el portero del colegio y sobre la que nos íbamos agolpando uno a uno, y con premura y cierto nerviosismo íbamos eligiendo una cosa, sólo una, pero eso sí, la que quisiéramos independientemente de su precio: una bolsa grande de pipas, un paquete de chicles (los mejores los de marca bazooka)…de todo menos las “indecentes” y no recomendables estampas del programa de moda, “Un dos tres responda otra vez”, supongo que por sus azafatas con muchas gafas pero poca ropa, y es que el destape se abría paso en una España ambivalente, que presentía cambios de importancia, pero que se agarraba a la falsa seguridad de su pasado. Así por ejemplo, la pedagogía de Don José, hombre que parecía mayor y debía de serlo, era de madera y se llamaba palmeta, y bien puedo asegurar que no estaba llena de polvo. El bueno de Don Domingo, el curso anterior, casualmente se encontró con una, palmeta me refiero, ésta sí llena de polvo; le hizo gracia el encuentro y la devolvió a su lugar de reposo, para jolgorio de los alumnos, siempre deseosos de romper el silencio y la compostura de la clase. Recuerdo sin embargo la ocasión en que le dije al maestro de prácticas que no encontraba el verbo de aquella oración (¡un verbo tan pequeño –tercera persona del singular del verbo ser- en aquella frase tan grande!), y rápidamente fue a decírselo a Don José (¡que chivato!) que estuvo presto a abrir el cajón y sacar su lustrosa palmeta; con la didáctica de la “letra con sangre entra” bien aprendí los verbos copulativos. También la utilizaba en otras ocasiones más injustas: había que procurar no llevarle la libreta para que te la corrigiera en el turno de tarde, a esa horilla tonta de la siesta, en la que Morfeo se apoderaba de él y empezaba a garabatear con su lápiz el cuaderno; varias cosas podías hacer en ese momento: tener la sangre fría de reaccionar a tiempo y recoger el cuaderno, cosa que sólo se atrevían a hacer los repetidores ya mayorcetes, o admitir cuando se despertase que los garabatos eran tuyos, pues decir la verdad … ya nos imaginamos lo que suponía.

Hace dos años se celebró el 80 aniversario (1929-2009) de la apertura de las escuelas con varios actos entre los que destacó una exposición en el patio de columnas de la diputación. Pues bien, ahora son un grupo de alumnos en el cuadragésimo aniversario de su escolarización, para comenzar, con seis años, lo que se denominaba 1º de EGB (Educación General Básica), los que desean reunirse para recordar éstas y otras anécdotas de alumnos y profesores, algunos tan insignes como Don Jesús Delgado Valhondo o Don Gregorio Villar. Yo compartí con estos alumnos 3º y 4º de EGB. Esta iniciativa está capitaneada por el amigo Alegre, de todos conocidos porque regenta la veterana juguetería de Badajoz “Comercial Alegre”, antes en Meléndez Valdés y actualmente ubicada en Juan Sebastián Elcano. Esperemos participar en este acto el mayor número posible de antiguos alumnos para compartir y rememorar aquellas situaciones que recordamos con cierta complacencia.


jueves, 24 de marzo de 2011

Patear Cuenca



Disfrutar Cuenca, es andar Cuenca, patearla con tranquilidad, con sosiego, gozar de eso, de fundirse uno con el paisaje, con la naturaleza, al igual que la vieja ciudad se funde en colores tierra con las hoces de dos ríos en abrazo íntimo, asomándose la antigua urbe a los precipicios del estrecho recinto que forma la desembocadura del Huécar en el Júcar, donde las coloreadas construcciones se elevan en estrecha verticalidad haciéndose sitio unas apretujadas contra otras.


Penetramos en tierras conquenses por el Oeste, recordando las coplas de pie quebrado de Jorge Manrique a la muerte de su padre Don Rodrigo, proclamado Gran Maestre de la Orden de Santiago en la villa de Uclés, a cuyo encuentro vamos, población de apenas cuatrocientos habitantes, dominada por su formidable monasterio en el que se aprecian los estilos plateresco, herreriano y churrigueresco.


Paseamos por sus calles, subimos al castillo, echamos un trago en la fuente de los cinco caños, tras pasar por la puerta del mismo nombre y reponemos fuerzas en un mesón de la plaza; empezamos a barruntar que la humilde gastronomía conquense, de tradición pastoril y montaraz, no será lo que más nos va a “encartar” de esta tierra encantadora y encantada.


Ya en la ciudad, sorprende su orografía y cómo la urbe tradicional se acomoda a ella, no transformando la naturaleza sino adaptándose en armonioso maridamiento. Es recomendable patear Cuenca, y dejarse llevar por el ascetismo de esta ciudad que tiene algo de monasterio, caminar por el paseo del Huécar hasta el parador, antiguo convento de San Pablo, cruzar el puente metálico del mismo nombre , conteniendo el vértigo, hasta llegar a la estatua del pastor, donde empezaremos a saborear las leyendas de la ciudad, leyendas prototípicas como la del Cristo del Pasadizo que seguro hemos escuchado en otros lugares con otros protagonistas, o la leyenda re-fundacional de la ciudad donde un pastor mezcla con su rebaño a los soldados cristianos disfrazados con pieles de ovejas para poder entrar en la ciudad y abrir sus puertas, leyenda que nos retrotrae a Homero, al caballo de Troya de la Ilíada, o a la Odisea, donde Ulises y sus compañeros consiguen escapar del cíclope ocultándose bajo pellizas de ovejas.


Partiendo de la estatua del pastor, a los pies de las casas colgadas, en nuestro caminar ascético tomaremos la senda de Federico Muelas, el poeta local que con nostalgia nos canta “Cuenca cierta y soñada en cielo y río”. La ruta nos sube al barrio del castillo. Y desde allí podremos contemplar ambas hoces, la del Huécar y la del Júcar, al que descenderemos, hasta tocar sus verdes aguas, por la bajada de las Angustias, y serpenteando en nuestro caminar junto al río llegaremos hasta la unión de ambos, dónde se desparraman los populares barrios de San Antón, el Salvador y Tiradores.


Mucho más nos dejaremos atrás en este encuentro con Cuenca; otra vez será. Pero en esta ocasión, no podemos dejar de volver a gozar de los mismos sitios, los mismos lugares a otras horas del día, con otra luz, con otro misterio.

Tampoco podemos dejar para otra ocasión una escapada por la serranía: por la Ciudad Encantada, cuyo encantamiento aumenta gracias a las últimas nevadas del invierno; por el nacimiento del río Cuervo, donde esas mismas nevadas nos dificultará la marcha; por el nacimiento del río Júcar, cuyo salto a la altura del molino de la Chorrera nos dejará un buen rato contemplativos; para terminar en el impresionante mirador del ventano del diablo, sobre el cañón del Júcar.

Abandonando Cuenca por el SO, tropezamos con La Mancha más típica, la hidalga , quijotesca e idealista en Belmonte, villa de película y escenario de películas, y en Mota del Cuervo, la trabajadora, ingeniosa, sanchista, realista y práctica, dónde el viento que nos tumba, es atrapado por los molinos para ayudar al hombre en su trabajo.


viernes, 18 de febrero de 2011

"Ave María Purísima..."

Una pequeña comunidad de monjas carmelitas con vocación contemplativa, monástica y claustral, moran entre las paredes del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de Badajoz. Su historia se remonta al siglo XVIII cuando el obispo Malaguilla logra que las devotas, que no seguían ninguna regla determinada, del Beaterio allí ubicado, denominado de Nuestra Señora de los Ángeles o de San Antonio de Padua, adoptaran las reglas de las Religiosas Carmelitas Descalzas de la reforma de Santa Teresa. Bajo la supervisión de Malaguilla, su benefactor, se construye el convento y se amplía la capilla, considerada ésta el mejor conjunto tardo-barroco conservado en Badajoz, iglesia especialmente visitada y de forma masiva por los pacenses, en la mañana del Viernes Santo, gracias a la costumbre que aún perdura de visitar los siete Monumentos donde se expone a Jesús Sacramentado tras los oficios del Jueves Santo.

La misión de este grupo de mujeres es la oración por la Iglesia; su estilo de vida, comprometerse de por vida a un monasterio, enclaustradas, lo que favorece el ascetismo y la contemplación (“Verbi Sponsa”). La observancia de la Ley de la clausura papal obliga a una separación efectiva y no sólo simbólica del espacio, el reservado a las monjas del de los fieles y visitantes; la salida del claustro será por “causa justa y grave”; y los medios modernos de comunicación se consentirán con “prudente discernimiento y para utilidad común”.

En esa sencilla cotidianidad viven, con cristiana alegría, las monjas carmelitas de la calle López Prudencio, popularmente conocidas en Badajoz por el “pan de ángel” o los recortes, procedentes de las planchas de oblea una vez separadas las hostias.

Esa cotidianidad se rompe en ocasiones excepcionales, como cuando reciben visitas inusuales. En esta ocasión la visita es de un grupo de entusiastas y amantes del folklore de Extremadura, de sus costumbres y de sus bailes, del que me enorgullece ser su monitor, y que ofrecerán a las hermanas un nutrido repertorio de bailes de la región. Entramos por el vestíbulo del torno y accedemos al locutorio, doble estancia separada por rejas a través de las cuales las carmelitas verán nuestra actuación. Al terminar ésta nos obsequian con zumos y galletas. Gracias a su hospitalidad visitamos la capilla a la que entramos por la sacristía que también cuenta con un pequeño torno. Ya en ese cofre barroco que es la capilla, del lado del evangelio observamos las rejas que dan al coro bajo, desde donde las monjas asisten a los oficios divinos y a través de las cuales nos siguen en nuestra visita. Nos interesamos por la rigidez de la clausura y comentándonos como las normas se adaptan a los nuevos tiempos, una hermana nos enseña el antiguo comulgadero, trampilla o portezuela al lado del retablo mayor, a la altura de la cabeza, por donde asomaban la carita para recibir la comunión. Se despiden deseando que el Señor nos devuelva el ciento por uno. Gracias hermanas.

viernes, 11 de febrero de 2011

Imágenes de Segovia: entre historias, mitos y leyendas

Segovia desde su Alcázar

Se yergue el Alcázar sobre una roca labrada por los ríos Eresma y Clamores. Desde la torre de Juan II, espléndido ejemplo de arquitectura gótica civil, se observa una espectacular vista de la ciudad de Segovia, sobresaliendo su catedral, por su elegancia denominada la Dama de las Catedrales. Y como telón de fondo, La Mujer Muerta, monte de la Sierra de Guadarrama, con forma de mujer tumbada con los brazos entrecruzados y cubierta por un velo: “/…/se alza al lado de Los siete picos la mole extraña llamada de La mujer muerta, tumba ciclópea de la inocente joven que así perdió la vida a manos del que amó” (Mario Roso de Luna. Del Árbol de las Hespérides. Cuentos teosóficos españoles)


Acueducto romano

Podemos contemplar en los sillares las marcas de las uñas del diablo, pues según la leyenda segoviana, es obra de éste, a quién una joven aguadora, cansada de su tarea diaria, le ofreció su alma, si la aliviaba de su trabajo.


Iglesia de San Martín: destaca la torre de estilo románico-mudéjar y el pórtico característico del románico segoviano.

El románico…

un espacio celeste en la tierra.


La Granja de San Ildefonso

En el centro de la plaza de las ocho calles, René Fremin, representa el instante en que Mercurio eleva a Psiqué, el alma, hacia el cielo para que se despose con Cupido, el amor; a sus pies, Céfiro, suave viento, soplando, les ayuda a subir al Olimpo. (Apuleyo. El Asno de Oro o La Metamorfosis)



Zamarriega con traje de alcaldesa – Zamarramala

Religiosidad popular y culto a la maternidad se entremezclan en esta fiesta de las mujeres casadas adscrita a la fiesta de Santa Águeda (5 de febrero, dos días después de la Candelaria y uno después de San Blas); por su martirio, patrona de las lactantes. El día de Santa Águeda es cuando se elige alcaldesa a una mujer en Zamarramala (Luis Maldonado. Religiosidad Popular: nostalgia de lo mágico)



San Frutos – Hoces del Duratón

San Frutos, eremita del último período visigótico, patrón de la diócesis de Segovia, se retiró a meditar a ese misterioso y hermoso lugar que son las Hoces del Duratón, donde según la tradición realizó entre otros, el milagro de La Cuchillada, cuando con su cayado creó una hendidura en la roca para librar de los moros a un despavorido grupo de cristianos que de ellos venían huyendo.


Castillo de Cuéllar

“Todo era misterio en el castillo, y todo era misterio cuanto acerca de él se hablaba en sus cercanías. Hoy mismo al mostrar sus almenadas torres al caminante, y sus muros cubiertos de musgo donde asoma ahora el pintado lagarto su fea cabeza, o corre la rápida lagartija entre derribadas piedras, vestido el suelo de hierba y vil cascajo, el paisano, cuando refiere las tradiciones de este castillo, habla todavía con misterio de aquella época sembrando su relación de fábulas y milagros” (José de Espronceda. Sancho Saldaña o El Castellano de Cuéllar)



Castillo de Coca

Hermosa muestra de la arquitectura militar gótico-mudéjar, “relicario de epopeyas y cantares de gesta, palacio-fortaleza, doble cordón almenado, acabado y empezado por castellanos y moriscos alarifes” (Dotor y Municio).

miércoles, 2 de febrero de 2011

Guadalupe






















Guadalupe… vocación y llamada, júbilo y gozo, tradición y carácter, devoción y piedad, peregrinación y camino, hospitalidad y acogida, patrimonio y artesanía, calderería y cestería, cocina y hogar, naturaleza agreste y abrupta, serranía y angostura, agua y nieve, sencillez y grandiosidad, mercado y posada, vida e historia, cultura y sabiduría, huerto y vergel, villa y monasterio, particularidad y universalidad, cofre y joya, al mismo tiempo y mucho más…





Hay quienes tenemos vocación por Guadalupe, y en ocasiones sentimos la atrayente llamada que nos hace tomar el camino de las Villuercas. Penetramos en la Puebla por el sur, por las angosturas del recién nacido río Guadalupejo y nos sigue sorprendiendo esa obra colosal del franquismo que es el viaducto del ferrocarril; también nos provoca desazón el pensar que por allí el tren nunca pasó. A través de sus ojos se nos presenta la sierra de las Villuercas; el hecho de que en esta época esté nevada, nos seduce, y como un imán hace que sintamos deseos de adentrarnos en ella. Pero primero, y tras saludar a La Morenita, haremos parada y fonda, refrigerio a base de morcilla y bacalao rebozado, todo bien regado con vino de pitarra, y de postre un buen trozo de rosca de muédago. Pregunto al mesonero sobre la subida al pico de las Villuercas y nos anima a intentarlo, a pesar de la estrechez y mal estado de la pista que conforme asciende se vuelve resbaladiza por el hielo. Pero allí nos encaminamos, pues los inconvenientes son al mismo tiempo los alicientes. Y tras visitar la Ermita del Humilladero ascendemos los 1600 metros en ese irrefrenable deseo de tocar la blanca cima, cuyo último tramo disfrutamos andando envueltos en una tenue y mágica nevada.